22/4/09

del Verdejo, los secanos, y el gran Perico.

Señores..., señoras,..., me siento en la obligación de escribir unas líneas, rápidas y concisas, tratando de enumerar todas las aventuras y desventuras que tuvimos a bien disfrutar, el pasado día 18, en nuestro periplo viajero por aquestos pueblos de la provincia vallisoletana.
Y de este modo intentar aclarar como algo que comenzó así:


... pudo terminar de este modo, todo locura y frenesí:


Todo comenzó con una invitación para asistir a una celebración del vino verdejo en el pueblo del Santo Varón (La Seca), por parte de un compañero de andanzas gran conocedor de las redes sociales (ya tendrán más noticias), donde andaban unos peñistas de cumpleaños y con ganas de correr al torito bravo.
Pues bien, con todo acordado, tomamos la ruta hacia el pueblo acompañados por los sonidos y los tropezones del divino guirigay, y en un plisplas hacemos acto de presencia en el secano pueblo al ritmo del Vaquero Rockero y con una amenaza de tormenta en todo lo alto.
Dicho y hecho. Una vez encontramos hueco para el carruaje, nos acercamos, orientados por los ritmos de la banda y por el tufo a vino, hasta la plaza del pueblo que es donde estaba montado todo el sarao.


La situación era tal que así: En los breves soportales del lugar, unos puestecillos animaban el ambiente, artesanos de la comarca ofrecían sus mejores obras, pero de todos ellos nosotros nos quedamos embelesados con uno muy toruno,...


donde había una amplia muestra del mejor cine documental que se realiza en este bendito país. Vean, vean y completen su colección:



Empiezan a caer cuatro gotas, pero el personal, bien arremolinado alrededor de los puestos de verdejo, no parce amilanarse (incluso había uno de ellos acondicionado para los emos).

La música, ofrecida por unos valientos entronizados en un camión-escenario todo lujo, intentaban con más o menos fortuna que los vecinos y forasteros se pegaran unos regüeldos y bailoteos con las jotas y todos esos cantes típicos del folk castellano. Al fondo, el arco iris anunciaba nos anunciaba el camino a seguir para la búsqueda del arcón de oro.

Y mientras la fiesta iba tocando a su fin (el verdejo empezaba a escasear), decidimos dar una vuelta turística por el pueblo antes de que el sol se ocultase.



La Seca...

... en todo...


... su esplendor (en homenaje al hit más desgraciau)

Se nos dan las tantas y como el de supercol (y familia) llega muy tarde, agarramos y, orientados por el rugir de nuestros estómagos, iniciamos la marcha hacia la villa de Medina del Campo, lugar de mil y una aventuras, y donde según cuenta la leyenda "sabes a la hora que llegas, pero nunca a la que puedes salir..." y a fe mía que aquello es cierto, redíez!

amiga carne

Y es que después de una más que merecida ración doble de carne (que rica) y de compartir espacio (que no mesa) con unos agros que no se que ladraban sobre los gitanos y los emigrantes, nos animamos para tomar la penúltima en el simpar CafeTal.

Ahh... la diosa fortuna. Pocas veces se presenta, sí. Pero he aquí que cuando se muestra esta es dichosa y generosa con aquellos que antes se vieron desposeídos de la misma.
Fue entrar en el bar de las entretelas, cuando a nuestro encuentro nos topamos con don Pelayo y don José, quienes nos anuncian que hoy tocaban allí los Pedro Delgados. Ya nos habían hablado muy bien de ellos y vista la pasión de teclas alabándolos, empezamos a vanagloriar a nuestro destino que a tan buen rumbo nos ha querido llevar.

Todo entrega en el escenario.


Pedro Conejo se dejó la piel.

Por allí fueron apareciendo Gominolo, el Vilorio, el Sebi, la Natalia y el Su... junto con Urbano (cicerone de la banda para la ocasión) y muchos más que se iban sumando a la fiesta.


Y así sin parar hasta los casi 100 minutos de actuación.


Todo un lujo de día el que pudimos disfrutar por mor de las continuas casualidades...

Que vengan muchas más como estas.

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