17/2/12

Mafia de Luxemburgo


Miembro de la Mafia de Luxemburgo con su vestimenta típica planeado nuevas acciones en la localidad de Steinsel.



Si hubiera que citar dos cosas que pasan desapercibidas en Luxemburgo, además de su propia existencia como Estado, una serían sus costas y otra sería su mafia callejera. Las primeras directamente son inexistentes, la mafia callejera, en cambio, empieza a hacerse notar. En un país como Luxemburgo nadie necesita una mafia callejera, por eso goza de tanto prestigio. Y es que Luxemburgo es un país rico y, en consecuencia, ya está gobernado por una potente mafia financiera y bancaria de origen extranjero. La mafia callejera, en cambio, es más honesta, de modales impecables y elevado nivel cultural, pero aspira a salpicar de esputos sus limpias calles comerciales, es una llamada a la reflexión. Unas calles que están siendo invadidas de forma planificada por yonquis que parecen estudiantes de posgrado de Boston, todos ellos colaboradores activos de la Mafia de Luxemburgo. Nicolas Frantz Faber, se ha convertido en uno de los principales capos de la Mafia de Luxemburgo, lo que se dice un tipo importante, con influencia, que lo controla todo: alquiler de pistas de tenis, diseño y venta de ropa impermeable, tiendas de recambios para bicicletas, el mercado negro del abono-transporte, reparación de instrumentos de cuerda, la distribución a lo largo y ancho del país de las bolsas para recoger los excrementos de perro, etc. Vamos, que la paz social de Luxemburgo pasa por sus manos. Sin embargo huyen del estereotipo mafioso, de traje a rallas y sobrero, de consumo desmesurado de balas, violencia salvaje y de lealtad a la familia, algo que por otro lado carece de sentido en un país que no llega a los 500.000 habitantes y donde casi todos son familia. El caso es que odian con toda su alma la imagen clásica que los occidentales tenemos del mafioso. Los mentideros de la capital dicen que una vez que se proyectó El Padrino y Casino en la televisión pública de Luxemburgo, llegaron incluso a oír a Nicolas Frantz Faber decir tacos de los gordos. Nada volvió a ser igual en las calles Luxemburgo, se llego a decir que el grupo de Frantz se pasó dos semanas sin afeitarse. Fue un escándalo. El director de la televisión luxemburguesa no volvió a sacar a su perro a pasear sin mancharse las manos. De forma que si se cruzan con un miembro de la Mafia de Luxemburgo fuera de su país no teman, son tímidos y pacíficos, solo tienen que prometerles que no les llevaran a un entorno de mafiosos italo-americanos o similar, y de ser posible intenten hacerles caer en su única tentación invitándoles a una cerveza de Bélgica.