El pasado 30 de septiembre tuve la dicha de conocer, junto con nuestro jardinero favorito, uno de los sabinares y enebrales más emblemáticos de la provincia vallisoletana, el cual presenta un excelente grado de dinamismo de crecimiento, muy en la linea de los sabinares que hay presentes por diversos espacios de la Cuenca del Duero.
No especificaremos el lugar -aquellos que gusten de apreciar estos árboles podrán adivinarlo a poco que investiguen-, pues su escasa difusión es su mayor recurso para su conservación.
Diferentes ejemplares en distintos grados de crecimiento. Como bien señaló don Paco, en sus primeros años de vida (hablamos de lustros) es difícil discernir si el ejemplar es sabina o enebro. Su hoja es pareja tanto en su coloración como en su forma. Una aproximación somera y muy relativa parece destacar la preponderancia, en unos intervalos de 60/40, de la sabina sobre el enebral.
Enebro (en primer término) y Sabina. Ejemplares jóvenes que respetan el patrón cónico en su forma de unos 3 metros de altura.
Sus formas son caprichosas, no hay dos ejemplares idénticos. Otra peculiaridad que acrecienta el mito de esta especie es que se desarrollan y crecen en conjuntos familiares, finalizando su longeva vida del mismo modo. Por ese motivo es facil encontrar en bosques más antiguos ejemplares secos que forman la dualidad macho-hembra.
Un bosque que volveremos a visitar dentro de una estación más vistosa... octubre o noviembre.
Y para aquellos que quieran profundizar en el tema los aconsejo el artículo que Juan Carlos Guerra Velasco escribió para la revista Ería. Disponible en dialnet.
5/9/08
Juniperus thurifera y Juniperus oxycedrus
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aaammmm
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