
En menos de una hora te plantas en la ciudad, pero claro otra cosa es el encontrar aparcamiento, después de unas cuantas revueltas por los aledaños del coso taurino tuvimos suerte y localizamos un hueco al lado del glorioso polideportivo de Ángel Nieto a la sazón reconvertido en uno de sus laterales en funeraria de guardia.
Según cuentan andan en tramites para que los declaren patrimonio de la humanidad. Todavía les queda trabajo, sin duda, pero tienen sus puntos fuertes.

En su centro urbano la Zamora del s.XXI está adaptada al turismo; más en concreto al de tercera edad, autobús e iglesias lo que facilita el mantener en todo su entorno medieval y monumental una agradable sensación de tranquilidad y relajo espiritual. Las autoridades manejan con solvencia ese mercado ofreciendo al transeúnte un casco urbano bastante peatonalizado y con numerosos establecimientos hosteleros para los que gusten de recuerdos y viandas.





Decía Viriato que en estos lares la comida es cosa importante. Y bien que sabemos que así lo es. Decidimos dejar el románico de lado y encaminarnos a satisfacer a nuestros estómagos.
Todo un acierto el lugar en el que caímos. Gran menú y mejor precio con todo incluido. Uno de los compañeros (viajante de profesión) llegó a decir -un tanto embriagado- que "ha sido el mejor lugar en el que he comido jamás".

¿Estaba todo visto? No, claro. Hubo tiempo para encontrarnos con las obras del ferrocarril.

y con la sinrazón de ver desaprovechado un espacio útil para crar vivienda y combatir esa crisis del ladrillo tan manida... todo sea por el patrimonio.


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